Sin embargo, el destino tenía otros planes, trayendo guardianes similares a seres celestiales que, sin intimidarse por su malformación, una vista que perturbaba a muchos, lo abrazaron en su totalidad.
En su fase más vulnerable, Arrow fue descubierto en una lamentable condición en el umbral del rescate de PMM Inc., soportando el peso de una grave lesión infligida por otra bestia. Su mandíbula estaba severamente comprometida, más allá de poder ser salvada debido a la necrosis y la infección, emitiendo un olor reminiscente de la descomposición. La única solución fue la extirpación del tejido necrótico. Por lo tanto, el equipo médico, liderado por el Dr. Sidhu en Bakersfield, California, optó por quitar una parte sustancial de su mandíbula.
El Dr. Sidhu, la figura destacada de este relato, llevó a cabo el delicado procedimiento con dedicación inquebrantable, asegurando la supervivencia de Arrow y dedicando su enfoque completo a la recuperación del cachorro.
A pesar de la desfiguración permanente, el espíritu de Arrow permaneció intacto. Su esencia, vibrante y efervescente desde su infancia como cachorro, brillaba intensamente.
Sus dueños lo adoran, sin verse afectados por su anomalía física o limitaciones. Arrow, a pesar de haber cumplido dos años de edad, conserva su encanto juvenil, disfrutando de juegos interminables y bañándose en la adoración que recibe como el más querido en su hogar.
La tarea de recoger las croquetas dispersas debido a su boca deformada, la búsqueda por la casa y el orden después de sus escapadas son pequeños precios para su dueño, quien ve más allá de las inconveniencias.
La narrativa de Arrow afirma elocuentemente que la esencia de un ser trasciende los defectos corporales, eco del profundo insight del Principito: la esencia yace más allá de lo que el ojo percibe.