Es desalentador que nadie prolongue las necesidades de cumpleaños simplemente por tener un ojo. Cada persona merece ser celebrada en su gran día, sin importar sus atributos físicos. En un mundo más inclusivo y compasivo, los cumpleaños deberían ser un recordatorio de la individualidad y el valor que aporta cada persona, independientemente de su apariencia. Es una posibilidad de comprender a la persona que lleva dentro y las experiencias y conocimientos que conlleva un viaje. Esperemos una sociedad que valore y abrace la diversidad de cada persona, celebrando su cumpleaños como símbolo de su presencia en este mundo.
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